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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un nuevo comienzo, unas nuevas ilusiones.

Hola amigos, he vuelto!! Disculpad mi ausencia, disculpad mi retraso, vuelvo a la red despues de un parón obligado, que no vacacional, despues de un periodo con altibajos. Prometo que os seguiré dando detalles de esta maravillosa vida detrás de una barra con mas constancia. Comenzamos?

Pues nada, ha pasado el verano, si ese que todos anhelaban pero que a 40º bajo el solato todos protestaban por que se fuese ya. Si, ese que todo el mundo quería por las vacaciones, la playa, los mojitos, y que al final nos dejaba en casa hasta las 10 de la noche con el aire acondicionado puesto porque fuera, en la calle era irrespirable. Yo como comprendereis y muchos de los que me habeis visto lo sabeis, no he disfrutado de ese fresquito en el sofá de casa. Mi verano ha sido particular, muy particular, extraño, y agetreado. Si normalmente mi vida es agetreada de por si, con éste trabajo, mi verano ha sido un tanto surrealista.

Comenzamos con que me he pasado todo el verano al calor de mi preciado chiringuito blanco, que lo quiero mucho, pero "ojú qué caloó" hacía alli dentro a las 5 de la tarde. Mi moreno ha sido el de siempre, color carne, pues mi piel es blanca radiactiva, y al menos estoy contenta por haber cogido algo de moreno en el trayecto desde mi casa al currele en mi moto, mi "pajarito", jejejeje.
He estado viendo como los días pasaban sin internet (de ahí viene mi ausencia en la red bloguera), pero os juro que no he parado de darle vueltas al tema, al "negocio" que se me avecinaba y por el que sigo trabajando, en Garoa, en "mi Garoa", con cambio de ubicación. Entre calores sofocantes, he aprendido a ser paciente. ¿Paciente? os preguntareis los que me conoceis, pues en mi vida he sido paciente. Soy como una "culebrilla inquieta" como dice mi "marío", jajajaja. Paciente en el sentido de que hay cosas que no estan al alcance de tu mano, cosas que no puedes arreglar de la noche a la mañana, y por cojones (perdon por la expresión), he tenido paciencia, uff. Si en una de mis entradas decía que un camarero era más psicólogo que "pone copas", pues este verano he desarrollado aún más esa habilidad. He tenido que poner mis hombros para consolar desamores, para consolar a muchas personas a las que quiero que se encuentran en una situación laboral difícil, he tenido que aguantar "idas de pinza" de gente sin escrúpulos, he tenido que tragarme amenazas vecinales, si amenazas (los que me han acompañado saben de qué hablo) y bueno, he tenido que sobrevivir con la impotencia de no saber qué hacer para que mi trabajo fuese placentero. En algunas ocasiones me he sentido un tanto inútil, pues para un camarero estar de brazos cruzados es realmente una agonía. Me he sentido inútil porque no había trabajo, no había movimiento. Menos mal, que durante todo el verano he estado acompañada a diario de personas que me quieren ¨(y yo a ellas), tanto en un taburete de la terraza a mi lado como en la distancia. Gracias a todas esas personas que sacaban un ratito de su tiempo para tomarse conmigo "a relaxing cup of coffe in Garoa whit Carolina" o sea yo.

Pero no todo el verano ha sido malo, no, todo tiene una cara B. Si los dias de diario esperaba pacientemente algo de actividad, los fines de semana me subía la adrenalina. Los viernes y los sabados estaba esperando que llegasen las 11 de la noche para correr con mi "pajarito" hacia el teatro de los sueños (que no es Old Trafford). He tenido la oportunidad de trabajar este verano en una terraza mágica. La Terraza del Teatro Romano de Mérida, Si, pues como ya sabeis mis jefes se quedaron con la adjudicación de ésta terraza y os digo que he vivido momentos inolvidables. He tenido el Teatro Romano a mis pies....no por ser una gran actriz, sino porque he podido verlo desde muchos puntos de vista que quizás el visitante/turista que paga por verlo no lo verá así jamás. He podido sentarme en el graderío vacío cuando estaban los trabajos de montaje pre-festivalero. En ese momento, sola, frente a frente, he apreciado lo grandioso que es, y quizás he apreciado lo que muchos emeritenses no aprecian (disculpad).
Por supuesto, y volviendo al tema anterior, los viernes y sabado me volvía a sentir una camarera de verdad, me sentía feliz por el trabajo bien hecho, me subía la adrenalina cuando se llenaba la barra y solo me limitaba a poner copas, y copas, y más copas, sin pensar en lo malo, sin levantar la cabeza, a tope.

Este verano en La Terraza del Teatro Romano de Mérida me lo he pasado pipa!!!He conocido gente, he tenido mis amigos incondicionales a mi lado (los que se echaban el café conmigo por la tarde al calorcito) y he conocido nuevos compañeros de curro con los que he currado super a gusto. Ellos se reían cuando me veían llegar, pues mientras que estaban descansando del primer tirón de la noche antes de empezar la obra y estaban cansados, yo llegaba cargada de pilas, alegre, nerviosa por lo que se avecinaba, pero muy feliz por poder demostrar mi trabajo. Mi Cris, Eli, Toni y Vicen, con Isa codeándose con los actores me han hecho vivir un verano inolvidable. Os voy a decir una cosa.....vaya "tupa", como se diría en mi pueblo, de gin-tonics que se ponían, vaya "jartá", como se dice aquí en Mérida, de mojitos que ha preparado el Vicente. Y todo eso en un momento, que duraba toda la noche, pero a mi se me hacía un momento.

Ese era el momento más esperado de la semana, el momentazo de achuchón detrás de una barra, el momento de no poder parar a beber un poco de agua, el momento de no poder levantar la cabeza para saludar a los conocidos, el momento de sentirme camarera de verdad, pues en mi caso, la profesión la llevo en la sangre, la llevo en mi cabeza, día tras día, hora tras hora, minuto a minuto y segundo a segundo, como un suspiro, como el aire que respiro, porque sin ese aire yo no sería quien soy.

Y ahora, a 27 de noviembre de 2013, me encuentro en otro momento dulce, con ilusiones renovadas, con nuevos proyectos, junto a la gente que me ha acompañado durante los últimos casi 5 años y con la nueva cuadrilla de trabajo. ¿Dónde? Pues en Garoa, por supuesto, Garoa copas en el centro, pues nos hemos trasladado a la nueva zona de marcha, pero el espíritu es el mismo. 

Gracias a todos los que me habeis apoyado en estos momentos de oscuridad, que me habeis dado ánimos para seguir adelante y que me habeis sacado una sonrisa.

Lo dicho, volveremos a vernos, pronto, con una nueva entrega de mi diario, pues en mi coctelera hay muchos ingredientes mezclados y muchas experiencias por contar.

Un saludo a todos!!